viernes, 11 de abril de 2014

¿POR QUÉ LES LLAMABAN CHAUFFEURS?

La palabra “chauffeurs” se popularizó en Francia mucho antes de que aparecieran los primeros automóviles. ¿Extraño, verdad?

Fue allá por los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX. En alguna regiones del centro y del mediodía del país vecino,  aparecieron unos bandidos que sembraban el terror entre la población rural. Los franceses les llamaban “chauffeurs” por su “modus operandi”.

Aquellos “chauffeurs”, vestidos con trajes un tanto estrafalarios, ennegrecido el rostro con hollín y cubierto con una especie de antifaz, asaltaban granjas y posesiones solitarias. Eran unos terribles y temidos malhechores. Reducían a sus indefensos moradores y les exigían la entrega del dinero y cuantos objetos de valor guardaran en sus casas. Si las victimas no confesaban el escondite donde guardaban su dinero y objetos codiciados por los amigos de lo ajeno, los bandidos, en  una hoguera que encendían o en el fuego de la propia chimenea de la casa o en los braseros de la época, les quemaban los pies hasta conseguir que estos indefensos ciudadanos declarasen cuanto querían saber aquellos forajidos.


En la ilustración publicada en el periódico francés “La Petit Journal” podemos observar  los métodos utilizados por estos delincuentes con sus victimas.  Aquellos procedimientos perduraron hasta principios del siglo XX. 

Los últimos asesinos conocidos como los chauffeurs de la Drôme, después de un juicio oral en Valence (Francia) fueron condenados y sentenciados a muerte. Algunos periódicos españoles de la época se hicieron eco de la captura, juicio y condena de los últimos bandidos  “chauffeurs”.


Los otros chauffeurs, los buenos.

Pero veamos como se pudo llegar a utilizar el término  “chauffeur”  para denominar al conductor de un automóvil.

ºEn francés calentar es chauffer  y calentador de agua chauffer-eau. El conductor  (el chauffer) que dirigía las viejas locomotoras y que subsistieron hasta comienzos del siglo XX era la persona que avivaba el fuego y mantenía la temperatura del agua (chauffer-eau) en la medida de las necesidades de calor de la máquina. Curiosamente, llamaban automóvil a las maquinas de vapor que circulaban sobre railes.

El primer vehículo capaz de trasladarse por su propia energía no fue propiamente el automóvil que conocemos hoy, sino un triciclo impulsado por una caldera de vapor. Su inventor fue  Nicolas-Joseph Cugnot (1769). Hay quien lo considera el “padre del primer automóvil”. Su viaje duró solamente 15 minutos; después se estrelló contra una pared. Se podría considerar ésta colisión como el primer accidente del automovilismo.


El gran invento, el automóvil,  circuló por Francia antes que por España. Al no existir en el país vecino una palabra para designar al sujeto que conducía aquel extraño vehículo sin caballos de sangre, se adopta el nombre del trabajador que cumplía tal función en la locomotora, que era, como hemos visto, el único vehículo ‘automóvil’ para pasajeros existente hasta aquel momento. Como la cultura francesa contaba por entonces con gran prestigio en España, chauffeur fue rápidamente adquirido por el castellano y adaptado más tarde por la Real Academia Española a chofer o chófer. Fue lógico que se impusiera el término “chauffeur”.




El uso de estos vehículos en España, a principios del siglo XX,  quedaba reservado para los agraciados por la diosa fortuna porque muy pocos podían pagar el precio de aquellos  artefactos. Los pocos que existían fueron traídos de Francia.  En ocasiones se traían hasta el conductor. No sólo la palabra “chauffeur”, sino otras como “panne”, “demarrar”,  “car”, “garage” se popularizaron rápidamente, y se incrustaron con fuerza en el vocabulario de los españoles incluso en los que no podían tener un automóvil pero eran grandes aficionados al mismo 

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, se le asigna el nombre de chofer o chófer a la persona que, por oficio, conduce un automóvil. También se admite choferesa, mujer que, por oficio, conduce un automóvil.

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