Otro año que se ha ido, otro que ha
llegado. Secuencia infalible e inexorable. Un año más que nos ha robado ese
ladrón, que siempre se nos escapa, llamado tiempo. ¿Cuántos años más nos llegará
a mangar? Esperemos que aún tarde tiempo en encontrar todas nuestras reservas
de años de vida, cada día más exiguas. Por eso deberíamos aprender a rentabilizarlas y aumentarlas.
Todos sabemos que hay que hacer buen uso
de cualquier bien escaso, y el tiempo, para aquellos que llevamos a nuestras
espaldas algunos telediarios, es ya escaso, insustituible e irrecuperable.
He querido empezar el nuevo año utilizando
una carta escrita por Rafael Más Pascual, cuando ejercía la representación de
la mayoría de las autoescuelas catalanas, publicada por la Vanguardia allá por
1986.
Con la perspectiva que nos dan los años
cumplidos, no me podrán negar que, al dïia de hoy, siguen vigentes, casi en su
totalidad, los principios que defiende Rafael Más en esta carta. ¿Quién diría
que fue escrita hace ya más de tres décadas? Sin embargo, así es y así pensábamos
muchos profesionales de la formación del conductor por aquellos años.
El año 86 del siglo pasado fue un año de
movidas en las autoescuelas. Hubo algunos acontecimientos que, a mi entender,
quizá merezcan ser reseñados.
Habían transcurrido dos años escasos desde
que la DGT elaboró su último reglamento para las autoescuelas y estas seguían
en pie de guerra. La mayoría del sector lo consideró negativo desde un principio. Alegaban que se había hecho unilateralmente, sin consultar al sector.
Según se
decía perjudicaba a las autoescuelas, ya de por sí en crisis por la falta de
alumnos y el elevado número de centros que se estaban abriendo.
La Federación Nacional de Autoescuelas,
cuyo acrónimo era FENAE, organizó el “III Congreso Nacional de Autoescuelas”.
(Un día de estos escribiremos un post con las conclusiones del mismo)
A
pocos días de este congreso se celebró otro, promovido por la DGT. Era el “I
Congreso de la Enseñanza de la Conducción.
Lamentablemente fue el primero y el
último. El sector oficialista
representativo de las autoescuelas (FENAE) fue muy crítico con este
congreso. Intentaron desacreditarlo, calificándolo de “reunión de funcionarios”.
Personalmente nunca entendí el por qué. El coordinador del congreso, que años
después fue Director General de Tráfico, lo rebatió enseguida con cifras de
asistencia. A las sesiones habían asistido 148 funcionarios y 1.623 profesionales
de autoescuelas, incluyendo como tales a directores (yo era uno de aquellos),
profesores y empresarios.
Aquel año, algunas asociaciones
provinciales de autoescuelas andaban a la greña con la cúpula de FENAE.
“La Asociación sevillana de Auto-escuelas denuncia el escaso
número de examinadores”, era el titular de una
breve noticia publicada en el ABC de Sevilla”. La Asociación sevillana
denunciaba públicamente la situación que venían padeciendo tanto los alumnos
como las empresas. Titulares y noticias que se vienen repitiendo hasta ayer.
Como ven el problema viene de antiguo.
En Cataluña existían entonces unas 1.100 autoescuelas. El escaso número de alumnos
en proporción a la elevada cifra de centros había llevado llevado a las autoescuelas, desde hacía algún tiempo, a una crisis que no
parecía tener fácil solución.
La crisis era más acuciada en la ciudad de Barcelona donde existían alrededor
de 245 autoescuelas. Con voluntad de paliarla en la medida de lo posible, nace en
la ciudad la Unión de Profesionales de Autoescuelas (UPA). No sólo trabajó con
medidas económicas y de marketing, sino que llegó a a promover jornadas para la
mejora de los profesores de las autoescuelas del grupo. Intentó poner en valor
la devaluada figura del profesor al que se le estaba creando, al
menos nominalmente, un competidor, el Profesor de Formación Vial. Muchos
profesores de autoescuela se convirtieron en profesores de formación vial
mediante un largo curso de tres meses. Otros optaron por no hacerlo y siguieron
trabajando con su primer certificado.

Las autoescuelas y sus
profesores, no solo eran zaheridos por la situación económica del momento y por
las nuevas exigencias la Administración con sus reglamentos, sino que también
le venían ataques de particulares a través de las consabidas cartas a los directores
de los periódicos.
Y fue en respuesta a uno de esos ataques
cuando Rafael Más en su calidad de Presidente de la “Federació d´Autoescuelas
de Catalunya” salió en defensa de los Profesores de Autoescuela en la ya
mencionada carta que transcribimos a continuación.
Los profesores de autoescuela
Señor Director:
Sobre un artículo publicado
hace algunas fechas en La Vanguardia, y firmado por don (omitimos su nombre),
debo manifestar mi aprobación al mismo aunque tengo la necesidad de aclarar la
frase en la que menciona a las autoescuelas y dice que ‘se trata de un negocio,
no de una educación.
Los profesionales de la
enseñanza de la conducción, si sólo se dedicaran a esta profesión por el hecho
de ganar dinero, le aseguro que no lo harían.
Los aspirantes al permiso
de conducir tienen la suerte de que los profesores y directores de autoescuela
posean una gran vocación para esta sufrida y poco valorada profesión. Lógicamente
cobramos nuestro trabajo, aunque a un
precio ridiculo si lo comparamos con cualquier otro de menos responsabilidad.
La inmensa mayoría de los alumnos
de las autoescuelas solo quieren
aprender nada más que lo que se les exige en el examen. Y los exámenes carecen
de la objetividad y eficacia necesarias que requiere la circulación, aunque en
este sentido vamos mejorando.
Nuestra ilusión sería que
pudiéramos aprovechar la circunstancia de que todo conductor recuerda siempre a su
profesor, a su autoescuela y el día del examen, para poder dejarle una huella
profunda en su formación, pero para ello debería darse una perfecta colaboración
entre la Administración y los profesionales de la enseñanza de la conducción. Nosotros estamos en condiciones de
poder aportar toda nuestra experiencia y
profesionalidad para que, en la parcela que nos corresponde, la tragedia que
representan los accidentes de tráfico, sea rebajada al mínimo. Pero esto no
depende sólo de nosotros.
RAFAEL MAS PASCUAL
Presidente de la Federació
d’Autoescoles de Catalunya