Pioneros del automóvil: El coche con motor de explosión
A pesar del
éxito conseguido con el vapor y la electricidad, el desarrollo del automóvil
tomó otra dirección en busca de otra fuente motriz de mayor rendimiento: el motor
de combustión interna o motor de explosión.
El suizo Isaac de Rivaz, en el 1807 construyó un motor de
explosión y lo montó en un primitivo carretón. Este experimento significó una
notable innovación en el elemento de propulsión de los vehículos. Consistió en
la utilización de una mezcla de hidrocarburo con aire. Esta mezcla se encendía
eléctricamente en el interior de un cilindro, consiguiendo así el movimiento
del pistón.
El siguiente acontecimiento se debe, en esta ocasión, a
un belga, el ingeniero Jean Joseph Etienne Lenoir. Creó el primer motor de combustión interna de dos tiempos en 1860 y el de
cuatro tiempos en 1863. Como sus motores
dejaban bastante que desear, sólo se
construyeron algunos para maquinaria automotriz.
Sería un
ingeniero francés, Alphonse Beau de Rochas quien influiría decisivamente en el
desarrollo de este tipo de motores. En 1862 registró una patente sobre la compresión
del gas antes de la combustión y del sistema de alimentación de cuatro tiempos.
No llegó a construir un motor de experimentación y dejó caducar su patente por
motivos económicos. Sin embargo, años más tarde, este invento
llegaría a tener su importancia.
El ingeniero alemán Nicolaus August Otto perfeccionó aquel
modelo aplicando el ciclo de
cuatro tiempos y lo convirtió en algo práctico. Desde entonces se llama ciclo de Otto al
ciclo de cuatro tiempos (admisión, compresión, explosión y escape) que
desarrollan los cilindros de estos motores.
Fue Otto el primero en ponerlo en
práctica construyendo un motor de cuatro tiempos como los que constituyen la
base de los motores de los automóviles modernos.
A Otto se
asoció Rudolf Diesel en los años noventa del siglo XIX y fue éste quien
implantó un nuevo sistema para el motor de combustión que también lleva el
nombre de su creador.
Durante
muchos años, el coche eléctrico fue un excelente competidor del coche de
combustión interna, pero en los años siguientes y por diferentes circunstancias
sucumbió ante el automóvil con motor de gasolina. La carrera para la
fabricación de los automóviles con motor de explosión se había iniciado.
Corría el
año 1894 cuando el periódico francés “le Petit Journal organiza una carrera en
la que podía tomar parte cualquier automóvil con independencia de la fuente de
energía de su motor. El recorrido sería de Paris a Rouen, ida y vuelta con un
recorrido total de 126km. En esta prueba
los ganadores fueron automóviles De Dion-Bouton y Peugeot. Al año siguiente De
Dion organiza otra de Paris a Burdeos y regreso a Paris con un recorrido, nada
menos que de 1.175 km. La gana un
automóvil de Peugeot. A partir de esta
prueba se generaliza la idea de que el futuro del automóvil está en el motor de
explosión.
Estas y otras carreras que se fueron sucediendo sirven para
promocionar la aparición de nuevos fabricantes; la producción de automóviles
aumentó considerablemente. Al iniciarse el siglo XX había ya en Francia casi
3000 vehículos y 24 marcas registradas.
Pronto
empezaron a ser conocidas marcas como las francesas Peugeot, Berliet, Reanault
y Darracq; la italiana, Fiat; las alemanas, Benz, Opel y Audi; las británicas,
Panhard- Levassor, Riley y Humber; la española, Hispano-Suiza.
Había mucha
competencia entre los diseñadores e ingenieros
franceses y alemanes; pronto se incorporaron los británicos. Se puede
decir que la revolución del automóvil comienza en torno a 1890, cuando la
producción de vehículos se incrementa y los inventores tanto de Europa como de
América del Norte empiezan a invertir en tecnologías para la fabricación de
vehículos. En EEUU se diseñan y se fabrican automóviles de las marcas Rambler,
Winton, Oldsmobile (la más antigua), Humber, Knox, Buik, Doge, Pierce-Arrow,
Cadillac, Studebaker, Flanklin, Ford, REO y algunas más, tanto de Europa como
de EEUU, cuya lista sería muy extensa.

No se nos
puede olvidar que, al principio el centro principal de desarrollo del automóvil
fue Europa y del taller artesanal se pasó en pocos años a la línea de montaje.
Mientras se fabricaban los primeros vehículos en talleres artesanales, cada vez
más empresas se dedicaban a la producción de automóviles, sobre todo aquellas
cuyas maquinarias y plantilla las capacitan para producir las piezas necesarias
en la construcción de vehículos con la precisión requerida. La empresa francesa
Peugeot comenzó con la construcción automóviles para los cuales compró, al
principio motores de otros fabricantes.
Años más tarde, incorporó también la fabricación de estos componentes.
En vísperas
de pasar al siglo XX, (finalizar el siglo XIX) el mundo del automóvil en EEUU
estaba dominado por los coches eléctricos y ya en 1903 era Oldsmobile la que
encabezaba la estadística de producción
con coches de gasolina. En 1907, Ford se colocó en primera posición y la
mantuvo hasta 1926, debido principalmente al Ford T.
Estos
automóviles sólo estaban al alcance de los económicamente poderos y pronto se
hizo imprescindible emplear un chófer a partir de un determinado tamaño de
vehículo del cual también se podía deducir el nivel social de su propietario. Esta
surgida necesidad hizo que, de manera inmediata, se crearan escuelas especiales
— autoescuelas — para la formación de aquellos chóferes, proporcionándoles los
conocimientos imprescindibles sobre conducción, así como la mecánica del
automóvil para capacitarles en la realización de las reparaciones necesarias en
caso de avería.